domingo, 9 de octubre de 2016

Reflexiones preliminares sobre el Espacio Social y Económico del Quehacer Musical


Antes de iniciar cualquier clase de análisis económico respecto al quehacer musical, es muy pertinente identificar -o al menos tratar de hacerlo- cuál es el espacio social del músico para descubrir el contexto en el que se desenvuelve. Según Émile Durkheim, “en toda sociedad existe un grupo determinado de fenómenos que se distinguen por caracteres bien definidos de aquellos que estudian las demás ciencias de la naturaleza” (Durkheim, 1894). Aún más interesante es el hecho de que existen 

“con independencia del individuo y sus propios actos en el derecho y la costumbres. Inclusive en los actos que están más acorde a los sentimientos propios del individuo, y (si bien) siente interiormente su realidad, ésta no deja de ser objetiva pues no es el individuo quien la ha inventado sino que la ha recibido por la educación” (Idem). 

Son, pues, “maneras de obrar, de pensar y de sentir que presentan la importante propiedad de existir con independencia de las conciencias individuales” (Idem). Al ser nosotros músicos, es un ejercicio sano preguntarnos: ¿qué costumbres musicales, códigos musicales, creencias musicales, etc. hemos adquirido de modo consciente o inconsciente, y éstas obran de manera independiente a nosotros? O más importante, ¿qué costumbres y creencias tiene la sociedad mexicana acerca de la música y sus ejecutantes, que actúan independientemente de las consciencias de quienes componen dicha sociedad? Tal vez en una mesa de debate entre músicos y no músicos se eliminarían muchos prejuicios, tanto a favor como en contra de los primeros, ayudando a encontrar el espacio que la música, sus ejecutantes y teóricos tienen, por orden natural, en la sociedad. Creemos que el espacio social que ocupa la música es de importancia trascendental y sustancial, más no significa que su espacio sea superior o mejor al de cualquier otra actividad humana. Desafortunadamente son pocos los músicos que tienen conocimiento y dominio de la metodología utilizada en las ciencias duras y, especialmente las ciencias sociales, para poder determinar el espacio social que le corresponde, espacio, repito, trascendental y sustancial. Y dado que sólo, y sólo los músicos, conocen y sienten íntegramente la naturaleza de la música, son ellos los mejor facultados para explicar y describir el contexto social en el que desarrollan su vocación. En menos palabras, un número importante de músicos no reflexionan sobre su contexto social, sólo disfrutan sus privilegios o sufren sus carencias, pero no reflexionan sobre él. Por lo anterior, al no conocer el origen de la dinámica social en la que se desenvuelven, poca injerencia sobre esa dinámica poseen, mucho menos sobre la dinámica económica.

Rue Émile Durkheim
Enzbang - https://flic.kr/p/6bGrT
A decir de Durkheim, las costumbres, formas de pensar y conductas que son independientes y exteriores al individuo, “están dotadas de una fuerza imperativa y coercitiva por la cual se imponen, se quiera o no” (Idem). Según el mismo autor, si uno vive de acuerdo y en conformidad con las costumbres y conductas de una sociedad, no siente las fuerzas impositivas que éstas tienen. Sin embargo, si me atrevo a ir en contra de ellas, sentiré su fuerza desde el primer intento. Dos ejemplos claros: en el círculo de los músicos se tiene una muy mala opinión del género musical Movimiento Alterado. Si un miembro del mismo círculo confiesa su gusto o admiración técnica por esta forma musical, el resto de los miembros toman tal declaración con sorpresa negativa y, el confesor, casi infaliblemente, es objeto de burlas y de cuestionamientos que por momentos rayan en el insulto. El otro ejemplo, muy trillado no obstante real, es cuando un músico se encuentra con otras personas de profesiones diferentes a él. Generalmente se le cuestiona al ejecutante musical: ¿qué otra cosa estudias?, ¿nada más tocas el piano? ¿no trabajas?, ¿no te mueres de hambre?, etcétera. Natural y claramente éste tipo de cuestionamientos denotan un gran desconocimiento del quehacer musical y sus privilegios económicos. Sin embargo estos cuestionamientos influyen negativamente en el estado de ánimo del músico cuándo este no muestra entereza en sus respuestas. Sin duda ambos ejemplos son una forma de sentir esas costumbres que tienen vida propia independiente al individuo, que son impositivas y que forman parte de la conciencia pública. Se vislumbra, pues, 

“un orden de hechos que presentan caracteres muy especiales: consisten en maneras de obrar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, que están dotadas por un poder coactivo por el cual se le imponen. Por consiguiente, no pueden confundirse con los fenómenos orgánicos, pues consisten en representaciones y en acciones; ni con los fenómenos psíquicos que sólo tienen vida en la conciencia individual y por ella. Constituyen, pues, una especie nueva a la que se ha de dar y reservar la calificación de sociales” (Idem) 

Según define el sociólogo francés, un hecho social es “toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior, o bien, que es general en el conjunto de una sociedad, conservando una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales” (Idem) Al ser los músicos quienes ejercen y sufren esa coacción que se impone al individuo, se puede deducir que la música, además de un arte, es un hecho social porque se crea, se realiza, posee una vida propia independiente al individuo, y se impone, se quiera o no, dentro de las costumbres de una sociedad. Al ser la música un hecho social, posee también una dinámica económica en sus relaciones sociales (las que los músicos ejercen entre ellos mismos y el resto de la sociedad) Es la dinámica económica la que en los tiempos actuales determina la clase y forma de música que más se producirá, distribuirá, intercambiará y consumirá en la sociedad, provocando en este proceso el gusto musical, el cual, lamentablemente no posee ninguna relación con la calidad musical.
Roxette Live Sydney
Eva Rinaldi - https://flic.kr/p/buXND2
Dado que el gusto musical no posee ninguna relación real con la calidad musical, pero sí con la dinámica económica musical y la dinámica social musical, hoy en día la música clásica (nos referimos al concepto modélico, no al temporal de la palabra clásica) es cada vez menos reproducida en streaming, y mucho menos en la radio y televisión, pues la renta económica de la música clásica es muy pobre si se le compara con la música comercial. 

Como mencionamos anteriormente, es importante que los propios músicos hagan valer y defiendan ese espacio que les pertenece por orden natural, inclusive, dignificarlo y honrarlo ellos mismos en principio, y la sociedad en general seguidamente. Es imperativo que los músicos se auxilien en sociólogos, economistas, administradores, politólogos, abogados, psicólogos, médicos, científicos e ingenieros para poder “legitimar” el espacio social de la música y mantenerlo de manera “oficial” en su importancia trascendental, intrínseca y sustancial que naturalmente le pertenece, y de esta forma evitar que personas no músicos se asuman como músicos de calidad e influyan en el gusto musical popular.

Imagen: Gregory Deryckère - www.smokefilledroom.co.uk, Attribution-ShareAlike 2.5
Durkheim, É. (1894). Las Reglas del Método Sociológico,  Pp. 25-32, México D.F: Ediciones Coyoacán.

jueves, 6 de octubre de 2016

Objetivo

El objetivo del presente blog es observar, analizar, discutir y proponer soluciones a las distintas problemáticas económicas que se originan en el quehacer musical. Es sin duda un tema apasionante pues, un factor importante para la realización de música de calidad, es la creación de renta económica, la cual no necesariamente está en función de la buena música. Esperamos crear en el lector aunque sea una pequeña dosis de curiosidad sobre la temática de este blog.

Este blog forma parte de una práctica escolar de la materia de NTIC de la Universidad de Sonora.